
La venganza se sirve fríaEl sol abrasaba la puerta roja del instituto “Seyding”.
Tras mirar el reloj, Fran empujó a Toni, que calló al suelo.
¿Pero que haces?dijo.
Tirar una mierda por el retrete contestó Fran.
Los otros cuatro se rieron. Toni se levantó, se sacudió y dijo:
Qué gracioso eres.
¿A qué si?AnTONIo llevaba dos años en el gimnasio.
Pero nunca fue capaz de defenderse. Era el “empollón” de la clase, el de las gafas, el que levantaba la mano el primero para salir a la pizarra. Cuando le daban una colleja, refunfuñaba, pero no se defendía. Algo inexplicable, por qué su fuerza era muy superior, seguramente, a la de los demás integrantes del grupo. Fran tenía la fama de tipo duro. Un intocable. Aunque fuese una grandísima persona, con un corazón de oro, se las daba de tipo duro. Chema era mucho más pacífico. Pero también se daba a respetar. Tenía pelo oscuro, oscuro como la muerte, ojos azules como el cielo de la tarde. Solía vestir ropas anchas, le encantaba la moda “heepy” Tito, era otro del grupo. Otro tipo duro, que había tenido más de una pelea con Fran. Es la ley de los varones: dos “machos duros” no puede haber, y si los hay acabarán peleándose. Bartolo era el otro componente. Pero nadie le llamaba así. Quién lo hacía, se llevaba una paliza. Todos le llamaban Toro. Era un grupo envidiable. El mejor del instituto. Nunca peleaban, nunca discutían. Tito y Fran ya dejaron hace bastante tiempo su rivalidad. Lo compartían todo: sus secretos, sus objetos, sus novias, sus sentimientos, sus temores… Pero una noche cualquiera, bajo la luz de las estrellas, iban a firmar, sin saberlo, su sentencia de muerte. Mientras la luz de la luna caía sobre la tenue noche que envolvía la ciudad, Fran vio aproximarse a Chema, que iba acompañado por los demás. Tras chocar las manos varias veces con Fran, Toro sacó las llaves de su coche. Madre mía, tío, cosas como estas hacen feliz a uno, Heee dijo Tito sonriendo. Toni lo miró disimuladamente. Un frenazo a sus espaldas desvió toda su atención. Un coche negro, como los ojos de Chema, se paró en frente de ellos. El Tigre, como le llamaban en el instituto, bajó del coche apagando el cigarrillo con el talón. Les dedicó al grupo una combinación de mirada y sonrisa maliciosas. Nadie sabía el nombre verdadero del Tigre. Ni siquiera los profesores. Era un muchacho serio, que siempre vestía de negro. Le llamaban Tigre por su forma de pelear, quizás. Todos le temían. Lo tomaban como un diablo de la noche, un ser desconocido, que podía arrancar cabezas con una simple mirada. Sus ojos verdes creaban pesadillas.El diablo de la noche no tenía amigos fijos. Nadie le veía con el mismo grupo más de dos semanas. Era alguien siniestro, recóndito y sórdido. Con apenas dos palabras hipnotizaba a quién le miraba. Toro se echó para atrás. No quería estar cerca de aquel diablo. Fran no se inmutó. ¿Qué haces aquí?dijo Fran mirando dentro del coche en el que había venido. Estaba acompañado. El sonido de las pompas de chicle que El tigre creaba en su boca disimulaba el sonido de la respiración de Fran. Estaba aterrado. Todos tenían miedo al diablo de la noche. Estoy dando una vuelta, contestó sonriendo. Uno de los acompañantes del Tigre salió del coche. Es una noche perfecta para acabar con miserables, ¿no crees?dijo El tigre dando un paso hacia Fran. Si, llevas razón contestó Fran. –Pero la pregunta es ¿quién de aquí es el miserable?El tigre se echó a reír. Tras la aterradora carcajada, cogió a Fran de la nuca, tan velozmente que en un simple parpadeo le hubiera dado tiempo ha hacerlo cuatro veces. Nadie se atrevió a mover un dedo. Todos estaban aterrorizados. El tigre no se andaba con tonterías. Quién era amigo suyo, se llevaba su corazón. Quién era su enemigo, acababa con un tiro en las costillas. Y Fran no era precisamente uno de sus amigos. Estás en mi territorio, chavaldijo El tigre con una mirada bestial. Parecía el mismo diablo amenazando a un inocente. Fran se soltó, y tan velozmente como pudo, dejó escapar un puñetazo a ese diablo de las tinieblas. El tigre se tocó la mandíbula, y se llenó los dedos de sangre.Nunca nadie se había atrevido a golpearle.Sonrió y después, lentamente, se acercó a Fran.Los demás miraban atónitos la escena. No tienes ni idea del terrible error que acabas de cometerdijo El tigre señalándole con el dedo. Segundos después los acompañantes de El tigre se abalanzaron contra Fran. Los demás del grupo se tiraron como tigres hacia ellos. Bajo las estrellas, una pelea bestial entre jóvenes rebeldes aterraba a los ciudadanos. Patadas, puñetazos y todo tipo de golpes. La pelea principal era la de Fran y El tigre.Fran observó, desde el suelo manchado de sangre, como Chema, Toro y Tito se daban de puñetazos contra los acompañantes del Tigre. Intentó levantarse pero una patada del diablo de la noche, en el estómago, se lo impidió. No sabes cuanto tiempo he estado deseando este momentodijo sonriente.Fran se levantó velozmente y le dio otro puñetazo en la mandíbula. Y otro. Y otro más.Aunque pareciese imposible, Fran estaba venciendo al Tigre cuerpo a cuerpo. En el fondo de la calle, las sirenas de la policía alertaron a los muchachos. Dos coches patrulla aparcaron al lado del coche de Toro y de El tigre. La pelea se detuvo, sin intervención de la policía. Varios acompañantes de El tigre salieron a correr, tras ellos fueron dos policías.Fran se quedó inmóvil, mirando la cara ensangrentada del Tigre y el sobresalto de sus amigos. Miradas amenazadoras y ceñudas se cruzaban por el camino. Uno de los policías tosió y con una expresión seria es su rostro arrugado y lleno de lunares empezó ha hablar:¿Qué ha pasado aquí?Silencio. Nadie contestó. ¿Qué ha pasado aquí?repitió el agente. El tigre escupió al agente en la cara, manchando al policía de sangre. Tú te crees muy gracioso ¿verdad?dijo el policía limpiándose con un pañuelo de papel. Pues fíjate que yo no soporto a los graciosos, es más, les tengo asco.El tigre dedicó una mirada de odio al policía. El brillo de sus ojos mostraba unas ganas enormes de golpear al policía. Y no sería la primera vez que lo hace. Una leve corriente de aire creó en Fran un escalofrío. Su mirada asustada señalaba hacia sus amigos, que en ningún momento echaron a correr. Se quedaron con él. A mí no me gustan los policías dijo El tigre. Vas a venirte con nosotros contestó el agente devolviéndole la mirada. El tigre se giró y miró al grupo. Vais a pagar, uno a uno, los errores que habéis cometido esta noche. –Voy a vengarme de todos vosotros. El tigre se acercó a Fran. Y contigo voy a disfrutar más que con ninguno. ***************Vaya nochecita dijo Toni mirando el reloj. Son las cinco de la madrugada.Esto de pasar toda la noche en la cárcel no va conmigo se quejó Chema. Toro y Tito se sentaron en silencio sobre el bordillo de la acera. Fran se quedó de pie, mirando el firmamento. La calle estaba desierta. Ni un solo coche cruzaba la calzada. En la oscuridad de la noche, los cinco miraban las sucias calles y pensaban en lo sucedido hacía apenas unas horas. Nos hemos ganado el “afecto” de Tigre y los suyos dijo Toni suspirando.Yo no le tengo miedo afirmó Fran dándose la vuelta. Dijo que se iba a vengar de nosotros. Que íbamos a pagar, uno a uno nuestros errores. No creo que sea capaz de hacernos nada contestó Fran escupiendo al lado de las zapatillas deportivas de Toni.Heee, ten mas cuidadose quejó este. Una familia pasó por al lado del grupo. Un matrimonio llevaba a su hijo pequeño en brazos, mientras le tapaban con un trapo de tela que chorreaba sangre una brecha en la ceja. Perdonad dijo la mujer con voz entrecortada. ¿Sabéis donde está el edificio de Urgencias?Toro se levantó y señaló a la fachada del edificio. Muchas gracias contestó la mujer.El matrimonio aceleró el paso hacia la dirección que les dijo Toro. ¿Y tú no puedes escupir por otro sitio? No, tiene que ser aquí, para joderme, ¿verdad?dijo Toni. Serás mamón dijo Fran con una sonrisa. Le encantaba cuando Toni se enfadaba.Se acercó a él y le dio una colleja. Los demás hicieron lo mismo. Minutos más tarde el padre del niño de la brecha se acercó hacia ellos. Hey chavales dijo. Es peligroso qué estéis por esta zona solos a tan altas horas de la madrugada. ***************El sol iluminaba prácticamente toda la habitación de Fran. La imagen borrosa del despertador, apareció en su campo de visión. Un sábado más. Tras aquella espantosa noche de viernes. Se miró en el espejo. Tenía ojeras y varias heridas de la pelea. De pronto sonó el teléfono. Se puso las zapatillas de estar por casa y salió disparado hacia el salón, para coger el auricular. ¿Dígame?Hola Fran, soy Toni.Hola. Oye, ha pasado algo terrible. (La voz de Toni temblaba)¿El que?Es sobre Chema. Le han asesinado brutalmente. Vuestro amigo fue encontrado esta mañana en un parque. –Cuando lo encontramos, la sangre todavía estaba fresca, lo que indica que debió morir esta mañana dijo un policía. El sol de la tarde caía sobre los cuatro del grupo. Su estado es horroroso. –Le han arrancado la garganta, y le han quitado las costillas. No tenemos ninguna pista. –El asesino no dejó huellas ni ningún objeto. Vamos ha llevaros a comisaría para tomar vuestras declaraciones. De nuevo en comisaría. De nuevo. Fran, Toni, Tito y Toro esperaban sentados en las sillas de terciopelo de la sala de espera. El calor era agobiante. El primer muerto había aparecido. Sin explicación alguna, Chema había sido brutalmente asesinado. Ese cabrón lo ha matado dijo Fran. Ha sido él. –El tigre.Dijo que se vengaría de nosotros contestó Tito. Esto no puede estar pasando dijo Toni. Se levantó y se dirigió a Fran. Hay que decir lo de El tigre. –Ese cabrón puede hacérnoslo a cualquiera de nosotros. Tengo mucho miedo dijo Toni. Su aspecto era penoso.No va a sucedernos nada dijo Fran. –Ese no va a poder con nosotros. Te doy mi palabra.El agente fue llamando uno por uno a los cuatro del grupo.Todos coincidieron en lo mismo: pasaron la noche en comisaría, estuvieron un rato hablando en la calle y cada uno se fue a su casa. Toni fue el último en tomar declaración. Yo me voy a casa dijo Toro. –Estoy agotado. Yo también contestó Toni. Una lágrima se deslizaba por el fino rostro de Toni. Todos estaban afligidos. Todos lloraban la pérdida de su amigo. Pero no tenían ni idea de las lágrimas que les quedaban por derramar…La noche aún era joven. Nadie tenía ganas de salir esa noche. Ninguno de los cuatro. Fran no podía sacarse la frase del Tigre de la cabeza. “Vais a pagar, uno a uno, los errores que habéis cometido esta noche”Aquella frase retumbaba en sus oídos. ¿Estaba El tigre cumpliendo su venganza? ¿Iba a acabar con los cuatro? ¿Por qué una venganza tan cruel? Tan sádica. Aquella sádica venganza no había hecho más que comenzar. ¿Estaba El tigre cumpliendo su promesa? Tras hacerse la misma pregunta cuarenta veces, Fran se acostó bajo las sábanas frías. Domingo por la mañana. Otro día. Otro más. Otro. Como cualquier otro. No. No era como cualquier otro. Bajo los desgarradores rayos del sol, en la superficie, la sangre se mezclaba con el polvo de la ciudad. Otro crimen. Otra víctima. Bartolo González Ramos.Más conocido como Toro dijo Tito. Se le encontró esta mañana en el portal de su casa. –Su estado es muy desagradable. Le sacaron los ojos y pusieron el estómago en su lugar. Fran dio media vuelta y se alejó de allí. Toni salió detrás de él. ¿A donde vas tío?dijo con ojos lagrimosos. A matar a ese diablo contestó Fran. Joder, Fran, así no vas a conseguir nada. ¿Qué te crees, qué a mí no me duele lo qué está pasando? ¿Qué yo no tengo miedo? Estoy aterrado, Fran. Aterrorizado. Toni se limpió las lágrimas con la manga de la chaqueta. Tú mismo lo dijiste, tío. –No va a poder con nosotros. ***************Nada más abrir la puerta, Fran golpeó al Tigre y lo cogió del cuello.Lo puso sobre la pared y le asestó varios puñetazos en el estómago. ¿Quieres que haga lo mismo yo contigo? preguntó Fran. ¿Qué haces? ¿Te has vuelto loco?Tú me estás volviendo loco. ¿Los has matado, verdad? No se de qué me estás hablando dijo El tigre con un hilo de voz. Tú has matado a Chema y has matado a Toro ¿verdad? Tu venganza. Tu sádica venganza. Te juro que no se de que me hablas, de verdad. Te lo juro. El tigre empezó a llorar. Aquel tipo duro, sin escrúpulos, aquel ser de la noche, aquel al que todos temían, empezó a llorar como un niño. Un niño asustado. Un niño que decía la verdad. ***************De nuevo la noche envolvió la ciudad. De nuevo. Toni, Tito y Fran se miraban afligidos. Los tres estaban en casa de Fran.Lo mejor es irnos a casa. –No vamos a arreglar nada estando aquí dijo Toni. Si, es lo mejor. –Ya volvemos mañana, por la mañanacontestó Tito. Los tres se abrazaron entre lágrimas. Heee, no me llores Toni dijo Fran. Tengo miedocontestó él. Tengo mucho miedo. Las ocho de la tarde, y nadie había aparecido. Fran, con las uñas en carne viva llamó a Tito. Nadie contestaba.Llamó a Toni, nadie contestaba.Cogió las zapatillas y salió velozmente de su casa. Estaba desesperado, asustado. Fue a casa de Toni. Llamó por el telefonillo. ¿Quién?Toni, ¿eres tú?Si, perdona Fran, he estado muy ocupado. Sube. Tras la puerta blindada se escondía una casa misteriosa. Sin muebles. No era la primera vez que Fran entraba en la casa de Toni, y siempre había tenido muebles. ¿Qué estaba sucediendo?¿Dónde están tus padres?preguntó FranNo los necesito. No me hacen falta, Fran. Ninguna falta. ¿A qué viene eso? No entiendo nada, Toni. No hace falta que entiendas. –Ya entenderé yo por ti. Siempre has sido un tipo duro, Francisco.Un macho que iba pegando collejas y empujones a los demás. –Pero uno de esos se iba a revelar tarde o temprano. Y aquí estoy. Toni cogió una pistola y apuntó a Fran. Túmbate en esta mesa. Estás mal, Toni. –Estás muy mal.¡Que te tumbes de una puta vez!gritó Toni.Fran obedeció. Le ató con unas cuerdas a una mesa de hierro oxidado, donde se percibían gotitas de sangre seca. ¿No te lo imaginabas verdad? Pobre iluso.Los demás tampoco se lo imaginaron.Tito fue el que más me costó matar. –Y pensé que tú también ibas a ser hueso difícil de roer. Suéltame Toni, por favor.Una carcajada bestial salió de la boca de Toni.Se alejó. Fran, aprovechó y empezó moverse como un loco. Intentó liberarse de las cuerdas.Pero todo intento fue fallido.Toni se acercó con una taladradora y un martillo. Sabes, la venganza es un plato que se sirve frío. Llevaba mucho tiempo planeando mataros a todos. –pero nunca me atreví ha hacerlo. Hasta que aquella noche, la noche de la pelea, tras esa avalancha de collejas, me decidí.Si, puede que esté loco, pero nunca he sido tan feliz como en estos últimos días. NuncaSuéltame cabronazo. –Suéltame, ¿qué vas ha hacer?Loco, estás loco.Eso ya lo sabía. –Por fin llegó mi venganza. Mi sádica venganza.
Toni cogió el martillo y aplastó el pie izquierdo de Fran.
Mientras trozos del pie caían al suelo, mientras Fran gritaba desesperadamente, Toni reía mientras la sangre salpicaba a borbotones en su cara.
Hizo lo mismo con su mano izquierda. Le aplastó la mano mientras observaba como Fran, devolviendo, ponía los ojos en blanco del dolor. T
oni estalló en carcajadas. Enchufó la taladradora y se la clavó en la mano derecha.
La sangre roja manchaba la mano de Fran mientras salía por el agujero que traspasó la mano. Toni volvió a desaparecer durante unos segundos para regresar con un cuchillo y unas tijeras.
Se acercó a Fran, que respiraba suavemente mientras se retorcía del dolor. Con las tijeras, Toni cortó uno a uno los cinco dedos de la mano derecha de Fran.
Esa mano que tantas collejas le había dado. Soltó las tijeras. Iba a acabar con la venganza. Se cumplió la venganza dijoLa cumpliste. –Hasta nunca, tipo duro.Toni clavó el cuchillo en el ojo derecho de Fran y se lo sacó, acompañado por un chorro de sangre. Dio media vuelta y cogió un cigarrillo. Miró por la ventana y sonrió, de la misma manera que sonreía mientras mataba a sus “amigos”, mientras cumplía su sádica venganza.
dragon rojo