Lilith

Despertó sobresaltada. Podía sentir como su piel se abrasaba. Ahogó un gritoen la garganta cuando recordó a aquel niño, pequeño, con aquella extraña sonrisa,que la había mirado a los pies de su cama, y que le había hablado con aquella vozaterciopelada que disimularía la más oscura y terrible palabra. Aquello que le habíadicho. ¡Dios mío! Aquello. No, pero no era lo que dijo sino cómo lo dijo. Se le helóla sangre al recordarlo. Había sido un sueño extraño e inquietante, como todos losque solía tener desde que había empezado con la ouija. Pero éste tenía algodistinto. Hay sueños que nos parecen reales y sin embargo no lo son. Éste eradiferente, habría podido jurar que podía sentir su propio corazón, su propiarespiración, el calor abrasador; además era demasiado abstruso y atormentador paraser producto de una mente como la suya. Había “soñado” que dormía, en la misma posición en la que se despertó después.Dormía. Pero luego despertó ( en el “sueño”). En la cama notaba algo. No estabasola. Tembló: ¡era una mano! ¡Una mano ardiente que la tocaba! Asustada, se volvióal otro lado. Durmió de nuevo ( seguía “soñando”). —Ven—. La despertó aquella vozprofunda, atrayente, como forjada en los albores del tiempo. Olvidó el miedo y ,con mucho esfuerzo, logró volverse al otro lado de la cama. Parecía como si algo leimpidiera volverse, pero al fin lo logró. No pudo dar crédito a sus ojos. Peroestaba allí, tan real como la cama en la que reposaba. En ningún momento pensó queaquello fuera un sueño, algo extraño en ella, que siempre era consciente cuandosoñaba. Frente a los pies de su cama , un niño en la sombra; a su lado, a dos o trespasos del borde derecho de la cama, una puerta que no tendría que estar allí. Estabaentreabierta, podían verse las llamas alzarse en su afán por consumir todo elespacio disponible, pero no podían pasar de ahí. Hacía mucho calor. Entonces aquellafigura infantil le habló. Le dijo aquellas palabras que luego, al despertar, no pudodesechar su mente. El “sueño” acabó. Corrió hacia el baño, no sin mirar furtivamente a su alrededor buscando una mano ,unniño, una puerta,…lo que fuera. Se miró al espejo. Una chica pálida deaproximadamente veintiún años le devolvía una mirada perdida. Su hermoso rostrovolvióse aún más pálido y contraído por el terror: Su pupila se había dilatadohasta abarcar por completo el dulce color turquesa de su iris. Retrocedió asustada,pero luego recordó que en la oscuridad la pupila se dilataba. ¡Pero sus ojos estabancompletamente negros! Después de un rato se tranquilizó y decidió volver a dormir.Estaba alterada. -Autosugestión- pensó. Lanzó una risa nerviosa. –Definitivamente meestoy volviendo loca-. Volvió a la cama y durmió sin sueños hasta la mañanasiguiente.Silaish Brístol era una estudiante excepcional. Todos la tenían como un verdaderoángel. Su extraña belleza deslumbraba a su paso. Todos la envidiaban. Todos pensabanque era perfecta. Pero todo cambió. Poco a poco la tristeza y la melancolía fueronapoderándose de su rostro. Se encerró en sí misma y no volvió a salir jamás. Luegoempezaron las pesadillas. No había causa aparente para todo ello, ni siquiera Sil lasabía, y sus padres estaban tan ocupados en sus respectivos trabajos que no se dabancuenta de que su hija se estaba muriendo por dentro, delante de sus ojos. Lo quesorprendió a todos fue su cambio repentino de personalidad: se volvió agresiva yfría, interesada y mentirosa, odiaba todo cuanto veía , y lo quería todo para sí.Pero había algo que no cambiaba; su belleza. Su voluptuosa figura no había cambiadoen absoluto, sus ojos seguían siendo del color de las aguas del Caribe ( no sehabían vuelto negros) y su pelo seguía siendo del color del fuego, con suaves rizosy muy largo. Ella lloraba cada día: no quería ser así pero es como si se hubieradesenmascarado y mostrara ahora su verdadero ser. Reflexionó, intentó pensar en loque la había cambiado de esa forma. Pasó días pensando. Abandonó sus estudios.Visitas constantes a su psicólogo.Nada.Una noche como otra cualquiera, silaish despertó con aquellas palabras rondándolepor su cabeza, aquéllas que una vez oyó, hacía ya un año, en un sueño.-Madre, ven.Madre. Él te espera. ( y el niño señaló la puerta en llamas) – Entonces, comodesenterrados, los recuerdos volvieron: las sesiones de ouija frustradas, laspesadillas, “el sueño”, la “voz”,… Y de repente fue todo tan claro…Él le había hechotodo esto. Él. Lucifer. Simplemente lo sabía , después de haber soñado tantas vecescon aquella figura diabólica, siempre en la oscuridad. Pero el niño no encajaba allí( ¿Mamá?). No lograba entenderlo (¿Su hijo? Pero si su …si era Él y ella era sumadre, entonces el pequeño era…¿ podría ser el Anticristo?). Se levantó, eran las2:55 de la madrugada, cogió la ouija y resolvió acabar con todo aquello de raíz.¿estás aquí? Muéstrate. El ya conocido ruido del vaso, aquel juego que nunca habíadado resultado. No pudo creerlo…¡El vaso se movía! Pero una fuerza le había apartadola mano del vaso y empezó a moverse sólo. L-I-L-I-T-H. -¿quién es Lilith?-T-Ú- ¡Yono soy Lilith!-V-E-N. Sil se asustó-El vaso se rompió y ella dio un sobresalto.-¡Maldito seas!-. Ella no lo sabía, pero sus ojos se habían vuelto negros de nuevo.Volvió a la cama y ya al día siguiente nadie volvió a verla jamás. En el pueblo sedecía que se la había llevado el Diablo. Los más viejos del pueblo sabían que el finse acercaba. En la orilla de un riachuelo habían encontrado un bebé abandonado, deojos negros como el ébano…
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